Cigarras

Su madre fue la cigarra del cuento. Ella había crecido con la presión de su historia familiar, todos siempre le dijeron que había que pensar en el futuro, que había que guardar para mañana, que primero era la obligación que la devoción.

Así que su vida era la de una cigarra un poco especial, incluso muchos se burlaban de ella y la llamaban la «hormiga, hormiga, hormiga…». Pero la verdad es que a la cigarra le iban las cosas de maravilla, era feliz y además su futuro estaba asegurado.

Un día, la cigarra se cayó del árbol y se golpeó la cabeza. Cuando se despertó aturdida, no podía ver nada más que el cielo azul, no encontraba el regreso a casa y se dio cuenta de que en el golpe había perdido sus principios, sus ideas, su historia familiar…

Cuando pudo empezar a andar, recordó como había sido su vida hasta el día del golpe y se puso a llorar, no entendía porque. Ella había vivido como quería, había tomado sus propias decisiones, sus elecciones y no se arrepentía de ellas.

En los cuentos de siempre la cigarra recuperaría la cordura y volvería a su vida anterior o, espera, mejor aún, la cigarra cambiaría, se volvería más cigarra que su madre y escaparía de sus rutinas. Encontraría al amor que la haría cantar como nunca y serían felices y, además, como es un cuento, nunca llegaría el invierno, por aquello del cambio climático. Pero, ahora que tengo que ponerle final a esta historia, debo confesaros que todo fue una de mis pesadillas y que yo, la hormiga del cuento, me desperté y me puse a trabajar.

Cigarras Color

 

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