La llave del tiempo

Ella sabía que no podía ser, que no podían estar juntas.

En la fábrica todo estaba organizado, cada una tenía su sitio. Era seguro que aquella era la mejor solución para la fábrica y para todas ellas. En aquella enorme nave se producía la enzima que protegía a todas las hembras de su especie de la radiación de los 4 soles. Hacía dos años la combinación de las radiaciones de los soles estuvo a punto de terminar con todas, sólo la casualidad permitió que una de ellas descubriera la enzima que las protegía y la forma de fabricarla.

Su mundo iría camino de la desaparición si la fábrica no produjera suficiente enzima y, sólo si cada una seguía en su sitio, podrían mantener el ritmo. No sabían durante cuanto tiempo, pero al menos un par de generaciones más.

Ella la veía a lo lejos, solo 148 filas delante.

La vida en la fábrica se hacía eterna y, aunque revisaba 24 piezas por segundo, a ella cada segundo le parecía un día o un año o una vida. Es verdad, le gustaba su trabajo, si podía concentrarse todo iba bien y mas sabiendo que Alejandra estaba tan cerca, solo 148 filas!!!

Pero a veces no podía concentrarse, se soñaba con Alejandra, abrazadas soñando juntas.

De repente, la cadena de producción se paró, el tiempo se detuvo. Alejandra seguía solo 148 filas delante pero ninguna de las dos se podía mover. Ella solo quería correr junto a ella y empezó a llorar.

Una lágrima se deslizó por su mejilla y cayó hacia el suelo. La pudo recoger a tiempo y al cogerla se transformó en una llave, muy pequeña. Mientras el tiempo seguía detenido, ella pudo imaginar que la llave abría un rincón de su corazón en el que las dos estaban juntas. Cogió la llave y la guardó en su puño cerrándolo con pasión.

Al cerrar el puño con pasión, el tiempo volvió a correr. Con la llave en su mano, el ritmo de la fabrica se aceleró y la sirena sonó. Su turno había terminado. Recorrió las 74 filas a la carrera, mientras Alejandra recorría las otras 74. Como todos los días, se estrecharon en un abrazo que siempre era la envidia de todas sus compañeras.

No sabía cuánto tiempo había pasado, la llave y el rincón de su corazón en el que estaban juntas le habían quitado relevancia al tiempo. Ahora, con la llave, sabía que podía abrir ese rincón siempre que quisiera y así acelerar el tiempo para volver a abrazarse.
Lo único que importaba es que ahora estaba con ella, que estaban juntas.

La llave del tiempo

La llave del tiempo

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