Siempre había algo mal

Ella acababa de dejarle, no podía más con sus angustias, él siempre estaba triste, nada le hacía feliz. Ni siquiera cuando hacían el amor a la luz de la luna junto al mar él era feliz. Siempre había algo que le hacía estar triste, nunca nada era perfecto y él tenía una habilidad especial para encontrar los defectos a cualquier cosa y en cualquier caso.

Gianni era un tipo muy sensible, siempre atento, pendiente de ayudarla, acogerla, abrazarla, acompañarla. Además, estaba lleno de pequeños de detalles, una flor una mañana, un desayuno otra, una rosa y un bombón en la almohada. Podrían haber sido inmensamente felices.

Pero ella no podía más, habían sido 16 años de sube y baja emocional, de la mayor felicidad al drama más terrible. A veces por un pequeño arañazo en el mueble de la abuela, otras veces, porque la flor en la almohada no estaba perfecta o el vino no tenía la temperatura adecuada.

Ella conoció a un hombre más feo, menos detallista, menos inteligente y con menos dinero. Un tipo nada especial y sin futuro. Pero que era feliz con las cosas más pequeñas, una patata con el punto justo de sal, el primer sorbo de una caña en el bar, una caricia de ella. A él todo le hacía feliz.

Gianni empezó andar por el paseo hacia el mar, no sabía lo que iba a hacer con su vida. Sin ella no es que hubiera alguna cosa mal, es que todo estaba mal. El dolor que sentía en todo su cuerpo, no le cabía y cada una de sus células lloraba de tristeza.

El sol empezaba a salir y al fondo pudo ver el mar. Pensó en suicidarse, se tiraría al mar, y empezaría a nadar hacia el horizonte. Cuando llegó al final del malecón, se quitó la ropa, la dobló como hacía siempre y solo se dejó el anillo que ella le regaló en aquel viaje a Managua.

Se tiró al agua y empezó a nadar hacia el horizonte. Mientras lloraba los peces empezaron a congregarse a su alrededor. Al principio eran un par de lubinas, luego llegaron los besugos, las sardinas, se unieron dos delfines y una manta le acompañaba en su camino hacia la muerte.

Después de dos horas de nadar había más peces de los que nunca nadie había visto juntos. Coordinados como un solo hombre, los peces hundieron a Gianni y lo arrastraron con ellos hacia el fondo del mar.

Al principio él sintió que se ahogaba, que el agua le llenaba los pulmones, que aquello era el final. Pero después de unos minutos de agonía, el agua cambió sus pulmones y empezó a respirar bajo el agua. El se desesperó, quería haber muerto ahogado, estuvo a punto de hacerlo pero nada le salía bien ni siquiera eso y, además, por si fuera poco, el agua estaba un pelín salada para su gusto y la lubina de su izquierda era bizca.

Llegaron a una cueva llena de luces, millones de luces. Era la cueva de los errores. Cada luz resaltaba un fallo o un error o un pequeño defecto. Allí estaban todas las cosas que alguien alguna vez pensó que no estaba bien. Los peces lo dejaron allí encerrado para siempre, eternamente rodeado de los errores que habían sido tan importantes para él.

Dibujeta 29 Jun

2 pensamientos en “Siempre había algo mal

  1. Vivitaycoleando

    pero si Gianni es detallista con ella y la quería por que acaba en la cueva de los errores?

    Creo que deberíais rescatarlo en otro cuento.

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    1. Cuentante Autor

      Porque el solo se fijaba en los errores, en lo que esta mal, y por eso se queda en la cueva de los errores, rodeado de esos errores que le hacían ser infeliz.

      Responder

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